Mi confrontación con la docencia.
Pararse frente a un grupo de estudiantes expectantes cuyos rostros sientes que te están escudriñando y piensas ¿me vestiría adecuadamente? ¿podré hacerlo? que te ven con sorpresa si eres demasiado joven y en ocasiones hasta más que ellos, que a pesar de todo creen en la institución en que están estudiando y esperan que el profesor que les fue asignado tiene la capacidad necesaria para enseñarles los contenidos de un programa no es nada fácil, sobre todo cuando no cuentas con experiencia, ni con los conocimientos didácticos, pedagógicos que se supone todos los maestros deben tener y de los que en muchos casos carecemos dado que en muchos casos no somos maestros de carrera.
Cuando estas frente a 50 o 60 alumnos en un salón de clases debes ármate de valor, paciencia y tolerancia además del dominio de los diversos temas que integran el programa de la materia que vamos a impartir, pero aquí es donde de verdad empiezan nuestros retos como docentes , cuando te das cuenta que sí puedes armarte de valor, paciencia y tolerancia entre muchas otras cosas más y que sí tienes los conocimientos de esos temas que debes tocas en el transcurso de un semestre pero no sabes cómo hacer para que ese grupo de jóvenes haga suyo ese conocimiento, y le dé significado y cómo al través de los años no caer en esa situación de monotonía en la que todos los docentes corremos el riesgo de caer cuando estamos repitiendo año con año los mismos temas, con los mismos recursos, cómo hacer para que nuestras clases sean de interés para nuestros alumnos y es entonces cuando debemos echar mano de todos nuestros recursos, renovarnos día con día, de amar nuestro trabajo y que la satisfacción que sentimos cuando vemos que nuestros alumnos han adquirido herramientas para enfrentar el incierto futuro sea lo que nos alimente el espíritu para continuar esforzándonos en ser mejores docentes.
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