Mi aventura de ser docente.
Se puede decir que en mi caso llegue a la docencia fortuitamente; en 1983 termine la licenciatura en Turismo en el I.P.N, casi a fines de ese año asistí a una fiesta que se realizó en San Juan Teotihuacán, ahí se encontraba el que fue 1° director del C.E.T.I.S No. 141 de reciente creación en ese entonces que se ubica precisamente en ese poblado y en donde se imparte la especialidad de Técnico Profesional en Turismo y se requerían maestros con este perfil, por lo que fui invitada a trabajar en ese plantel, a lo que obviamente acepte, sin tener conciencia de la responsabilidad que esto implicaba.
A partir de ese año empecé a trabajar en educación primero como ya mencione en el C.E.T.I.S No. 141 y actualmente en el CETIS No. 35, desde el comienzo de mis actividades docentes me di cuenta que la docencia es un oficio de grandes satisfacciones, de esa satisfacción que te deja el saber que se ha sembrado una semillita en cada joven con el que trabajas y que quizá esa semilla le de buenos frutos en su vida particular y profesional, la satisfacción que sientes cuando encuentras a tus ex alumnos y te reconocen en la calle, en fin; pero al hacer un recuento me percato del esfuerzo que esto ha implicado, primero darme cuenta de mis limitaciones (todavía tengo muchas) dado que no conocía técnicas didácticas, de comunicación, quizá tal vez de conocimientos y después de tratar de solventar estas limitaciones día con día, en fin creo que no pude tener mejor trabajo en la vida, con el tiempo estoy convencida que tengo vocación de maestra me siento feliz trabajando con muchachos, siento que me dan energía, me hacer reír con sus ocurrencias y me siento con la responsabilidad de ser mejor mientras esté al frente de un grupo.
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